viernes, 18 de junio de 2010

Aquellos Tiempos, no tan lejanos

Ayer en un hotel de Valencia e instantes antes de recibir en el Palacio de la Generalitat Valenciana el premio de Convivencia otorgado por la Fundación Manuel Broseta, Mijaíl Gorbachov conversó con ABC
El último presidente de la Unión Soviética analizó las raíces de la crisis actual y reflexionó acerca de la calidad de la democracia rusa, veinticinco años después de su ascenso a la secretaría general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y de la puesta en marcha del conjunto de reformas de la «perestroika».
La entrevista efectuada, entre otros, por Carlos Flores Juberías, compañero de la AVGP y experto en modelos políticos comparados de la Europa oriental, deambuló por los siguientes derroteros;

—¿Qué valoración le merece el estado actual de la democracia en Rusia?

—Últimamente tiene más fuerza, más poder, pero creo que hemos perdido algunos de los logros que conseguimos gracias a la perestroika. Hay muchas discusiones sobre la libertad de prensa o la perfección del sistema de elección, pero cuando se habla sobre Rusia y sobre la profundidad de sus reformas no siempre se tiene en cuenta su complejidad. Tres de nuestras generaciones han vivido en la época soviética y muchos de ellos han sido víctimas de la represión. Pese a todo, los rusos han hecho mucho por su país. En la Unión Soviética toda nuestra mentalidad estaba encaminada a la militarización y a estar preparados para defendernos y enfrentarnos a un enemigo, pero no podemos sólo criticar a ese régimen, porque también conseguimos cosas importantes. Rusia era un país profundamente agrario y se convirtió en un país industrial.
—Y cómo cree que se valora la democracia rusa desde el exterior?
—reo que nuestra democracia está a medio camino; todavía hay mucho que hacer para reforzarla. La sociedad y el propio Gobierno creen que la modernización del país pasa por un poder más fuerte, pero yo opino que lo que necesitamos es más democracia, porque ello nos permitirá involucrar a más gente y ser más creativos en ese proceso. Creo que cuando se mira a nuestro país se pretende que los estándares democráticos estén al mismo nivel que los de otros países en los que la democracia está plenamente asentada. Los Estados Unidos tardaron 200 años en tener su actual nivel democracia y pretenden que nosotros hagamos lo mismo en 200 días. Estoy seguro de que nosotros tenemos más talento que los norteamericanos —ríe—, pero no tanto.

—Usted ha sido muy crítico con Boris Yeltsin y ha evidenciado sus discrepancias con Vladímir Putin, pero ha alabado algunas de las decisiones más importantes de Medvedev ¿cree que el último relevo en el Kremlin ha mejorado la calidad democrática?

—Putin y Medvedev se formaron juntos como políticos, son amigos y piensan igual. Esto les ayuda a solucionar los problemas y a tomar decisiones conjuntas al tiempo que da seguridad y permite evitar errores. Pero cada uno tiene su responsabilidad y la sociedad siempre se lo recuerda y les insiste en que cada uno tiene que ocupar si sitio. No puedo decir que prefiero a uno de ellos. Creo que es muy importante que se entiendan entre ellos y que, por algunas razones de interés propio, no destruyan las instituciones que todavía no están muy establecidas. Cuando lleguen las elecciones la sociedad decidirá, pero ahora tienen que trabajar. Pero yo s es crítico, tanto a uno como a otro.

—¿Cree que Rusia juega en este momento el papel que debería en la escena política internacional?

—Tras el desmembramiento de la URSS a Rusia le costó mucho levantarse Si la sociedad y la clase política no hubiera dado este paso, nadie nos hubiera obligado a hacerlo. Sin embargo, a alguien le gustó que lo hiciéramos. Ahora podemos decir que Rusia ya ha salido de esa crisis tan profunda. Seguramente Dios vio que hacía falta echar una mano y entonces empezó a caer una lluvia de petróleo. Ahora creo que Rusia es más responsable y un socio más fiable en todos los sentidos. No tiene pretensiones imperialistas. El deseo de la sociedad rusa es tener su propio estado y verlo como un país importante y poderoso. En ese proceso, España es un referente. En Rusia respetamos mucho a los españoles. Tenemos que resolver muchos problemas, pero no queremos quedarnos solos en esa tarea.

—Cree que a comunidad internacional entiende esa nueva realidad rusa?

—No, no la entiende.

—Parece que la actitud hacia Rusia oscila entre el miedo y el desprecio a Rusia...

—Creo que no es tanto una cuestión de miedo o desprecio, sino que no les gustaría que Rusia volviera a ser otra vez fuerte, pero la resistencia siempre conlleva contra resistencia y todos los rusos piensan que Rusia tiene que ser más potente. Si estos mecanismos funcionan, se puede conseguir muchísimo ero, ¿por qué tienen que temer a Rusia? Nosotros no tememos a Europa.

—Usted coincidió con líderes de la talla de Margaret Thatcher, Ronald Reagan o Helmut Kohl,...

—Yo también incluiría en ese grupo al ex presidente español Felipe González; creo que está al mismo nivel, no menos que los demás.

—¿Y piensa que los actuales dirigentes mundiales, como Angela Merkel, Barack Obama o Rodríguez Zapatero están a la altura de los que en los años 80 y 90 hicieron posible la caída del Muro de Berlín y la extensión de la democracia?

—Los líderes actuales están a «su» altura. Pueden solucionar los problemas porque son líderes formados y con experiencia, pero están en un periodo de crisis y la razón de esta crisis es la política norteamericana internacional.

—En ese sentido, ¿cree que Barack Obama es parte del problema o parte de la solución?

—Obama es parte de la solución, y una parte muy importante.

—Una figura histórica como Thomas Jefferson, que fue presidente de los EE.UU, quiso que en su epitafio sólo figurara fue fue autor de la declaración de independencia y de la ley de libertad religiosa. A usted el mundo le recordará por ser el promotor de la «perestroika» y la «glasnot» pero, ¿cómo preferiría ser recordado?

—¿Ya me quieren enterrar? ¡Sólo tengo 80 años! ríe— Me gusta más el epitafio de mi amigo Willy Brandt. Él pidió que escribieran en su tumba: nosotros lo hemos intentado. Nosotros no hemos estado haciendo el papel de zares; no siempre las cosas salen como las planeas, pero lo hemos intentado.

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